El locro está cada vez más instalado en las fechas patrias y nuevamente el 9 de julio desde los bodegones hasta los restaurantes más gourmet prometen uno sabroso.
Este plato es un guiso de origen prehispánico y preincaico, típico de varios pueblos andinos que basaban gran parte de su dieta en el maiz o los porotos y la papa.
De acuerdo a la región se lo prepara con carne vacuna, vísceras, embutidos que se cuecen por separado y se añaden luego al preparado de vegetales entre los que suele destacarse el zapallo, los granos de choclo y legumbres, preferentemente porotos.
La razón de la supervivencia del locro es haber conservado su significado y función a través del tiempo. Es un alimento de bajo costo; permite elaborarse el día anterior; no se pasa; es caliente y nutritivo para fechas invernales.
En Argentina su consumo se ha extendido desde el noroeste y Cuyo hacia el resto del país, en Neuquén además del locro de maíz se prepara una especie de locro con arvejas, en el noreste y en Paraguay en base a la mandioca. Hoy se ha extendido a todo el territorio nacional y es un plato que identifica tanto al país que hasta se sirve en fiestas internacionales como signo de identidad.